En principio, vale advertir que no son aptos para departamentos o, mejor dicho, los departamentos no son aptos para ellos. Hablamos del roedor más grande del mundo que suele pesar hasta 50 kilos en el caso de los machos y más de 60 las hembras.
Pero no se trata solo de una cuestión de tamaño: los carpinchos necesitan espacio para ellos y un jardín donde el eventual adoptante pueda instalar una pileta plástica mediana para que se solacen, teniendo en cuenta que morfológicamente están hechos para habitar tanto la superficie como el agua. Y en este sentido cabe subrayar que son muy limpios.
También hay que tener en cuenta que en la naturaleza viven en manada y solo a los machos puede encontrárselos en soledad. Así, en el caso de querer solo un ejemplar –lo que parece más lógico– es preferible que sea este último género, que debe ser esterilizado entre los 6 y 9 meses de edad para evitar que se vuelvan adultos agresivos, ya que son territoriales.
Los carpinchos son hervíboros: se alimentan de hierbas y en cautiverio comen maíz y toda la variedad imaginable de frutas y verduras; preferiblemente, que contengan vitamina C, ya que no la producen por sí solos.
Son propensos a las insolaciones, por lo que necesitan sí o sí el agua y un lugar adecuado donde guarecerse. Además, como con cualquier otra mascota –perro o gato–, requieren que de vez en cuando los controle el médico veterinario.
Según los especialistas consultados, se trata animales inteligentes capaces de aprender trucos y actitudes para pedir comida y demostrar afecto, para lo cual disponen además de una amplia gama de sonidos para demostrar hambre, alerta y sumisión, por ejemplo.
Un jardín más o menos grande, una pileta destinada a ellos, mucha y fruta y verdura, cuidado y mucho cariño parecen ser las claves a la hora de adoptar un ejemplar de este animalito en nada peligroso para los seres humanos sino, al contrario, que es perfecto como compañía. Lo que lleva a una conclusión inapelable: ¡qué bicho noble el carpincho!
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