Tras la aparición de Sergio Berni en diferentes medios de comunicaciones, todo indicaría que el actual Ministro de Seguridad se despegaría del gobierno nacional para lanzar su candidatura.
Hoy, Viernes 09/07/2021, el ministro escribió una nota en el portal Infobae, ¿De que se trata?
Nuestros próceres subordinaron sus intereses a la consecución de objetivos más importantes, renunciando a privilegios y ofrendando finalmente sus propias vidas para que naciera una patria.
A diferencia de ellos, hoy la dirigencia política anda a la deriva porque quedó atrapada en discusiones menores y absurdas, referidas a intereses propios y no al interés de la Nación.
Hoy nos toca a nosotros dar continuidad a esa vocación de ser un pueblo emancipado y soberano.
Esta fecha resulta propicia para desgranar algunas reflexiones. El dato distintivo de nuestro país es la enorme crisis dirigencial que genera un estado de confusión en relación a cada tema del quehacer público.
Cuando no hay un horizonte de valores compartidos se impone el individualismo más burdo, y la política se convierte en un juego de especulaciones cortoplacistas dirigidas a la obtención de beneficios facciosos. Este comportamiento explica la ruptura del pacto de convivencia democrática.
La mercantilización de las relaciones sociales llegó hace rato a la política, que se convirtió en buena medida en un juego de oferta y demanda regido por la búsqueda del beneficio personal y de corto plazo. No importan las ideas ni las convicciones sino la tajada individual.
Andamos a la deriva porque la dirigencia quedó atrapada en discusiones menores, absurdas la mayoría de las veces, referidas a intereses propios y no al interés de la Nación en su conjunto.
Esta es acaso la gran diferencia respecto de nuestros próceres.
Todos conocemos las respuestas a buena parte de nuestros problemas, pero no podemos avanzar en la resolución de los mismos porque la política se vació de valores y de ideas para convertirse en un simple juego de disputa por porciones de un poder institucional cada vez más débil en su capacidad de transformar.
La ilusión de construir burbujas de bienestar que nos prodiguen educación, salud, seguridad y paz social resulta una proyección del pensamiento mágico: no es posible la realización individual en una sociedad que se desintegra. No soy ni pretendo ser alarmista sino tan solo señalar con firmeza que la deriva del país nos lleva a un lugar de mucho dolor social, consolidando situaciones estructurales que pueden llevar demasiados años para ser revertidas.
Necesitamos afirmar la voluntad de construir un capitalismo productivo nacional. El capitalismo es la forma de organización económica que permite producir riqueza, crecer, generar trabajo y construir bienestar. Necesita de un sector privado que invierta, que asuma riesgos, que se erija como actor dinamizador de la actividad económica. Y todo ello requiere la presencia de un Estado que genere las políticas públicas que hagan posible un horizonte de negocios razonable para todos.
Tenemos que recuperar la moneda como lazo social de pertenencia a una misma comunidad. La inflación es el nombre de un fracaso: la desvalorización de la moneda propia porque la misma se vuelve insustancial por falta de respaldo y confianza.
Recuperar el trabajo como valor fundante de nuestra vida en común es otro de los objetivos. Los planes de asistencia social son necesarios para atemperar situaciones de dolor social que requieren la intervención decidida del Estado. Pero no pueden volverse eternos.
Modernizar los mecanismos de contralor impositivo para combatir la evasión y luego sí poder avanzar en una reducción de impuestos y tributos.
Debemos asimismo definir un horizonte exportador para superar el cuello de botella de las restricciones externas.
Transformar y modernizar el sistema educativo.
Realizar una fuerte convocatoria a la juventud a asumir un compromiso protagónico con la construcción del futuro.
Nada de lo dicho es posible sin la existencia de un plan estratégico de gobierno.
Estar a la altura de ese mandato es nuestro compromiso.
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