Estoy en una librería de centro comercial. Entre los anaqueles, se elevan pilas de los ejemplares más vendidos. Alli están, como latas de tomate. Hay de todo: autoayuda, neurociencia, política contemporánea, sagas medievales y las últimas novedades de los escritores consagrados. Pero en medio de tanto texto, emerge una torre poderosa de volúmenes de la biografía de Luis Miguel. Cedo a la tentación, me acerco, tomo uno, lo palpo, lo espío, y justo en esa fracción de segundo en el que decido si llevarlo o no, escucho, a unos pasos, el estribillo -apasionado, meloso e inconfundible- de una balada del cantante mexicano. Entregate, aún no te siento. Deja que tu cuerpo se acostumbre a mi calor.
Mi atracción por el relato de la vida de un artista pop cuya música siempre respeté pero nunca consumí junto a la inesperada interpetación de uno de sus éxitos por parte de un desconocido a escasos metros de donde me encuentro no son situaciones aisladas y zurcidas por el azar. Porque nada de esto hubise pasado sin la serie de Netflix.
Contrariamente a las suposiciones y el prejuicio que suelen fomentar las producciones que retratan figuras famosas, este programa supera cualquier expectativa. Y, paradojicamente, pese a que el vouyerismo es un elemento crucial -pocas cosas más fascinantes que hurgar en la intimidad de una celebridad-, con el transcurso de la historia, por momentos, olvidamos que lo que se narra es un período del ídolo azteca, ya que el drama, la encrucijada en la que están los personajes cumplen el cometido de volverse creíbles y transmitir las sinuosas alternancias de la experiencia humana. Y esa empatía que genera el hecho de atestiguar en primer plano la peripecia del protagonista, nos lleva a algo que ya muchos conocíamos y que es objeto de descubrimiento para las generaciones más jóvenes: el repertorio de un intérprete impresionante. No es un rescate emotivo, sino la resignificación de un conjunto de canciones que definieron al género romántico latino para siempre. Hablamos de un solista que se mantuvo en la cima de la gloria absoluta durante más de tres décadas, que vendió millones de discos, y que hoy, independientemente del furor del show televisivo, se volvió un verdadero clásico.
Sería ingenuo pensar que una simple novela -la temporada debut es eso: amor esquivo, intrigas familiares, un villano espeluznante- se encargó de revivir a alguien que se hallaba preso del olvido del público. Lo que sí logró esta compulsión de ver adictivamente la reconstrucción de su carrera en pantalla, es una nueva aproximación a su obra, e incrementar la admiración por su voz inhabilitada para recibir elogios distintos o ser calificada con adjetivos que no se hayan pensado antes para describir con suma precisión cuál es la forma de la genialidad.
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