“La banda del Oso”, la organización dedicada a escruches y entraderas oriunda de Moreno, contaba con datos certeros para cometer el asalto al fiscal y a un matrimonio. Fue su golpe final.
Pese a que L.B tenía orden de captura desde el 11 de octubre de 2017 por robo con arma de fuego, no temía subir fotos a su cuenta de Instagram de su visita a un conocido shopping de la zona Oeste, en la víspera de Navidad. Tampoco se sonrojaba al publicar imágenes del Rolex, valuado en más de 50 mil pesos y que se presume, robado; que lucía en su muñeca ni de la Honda XR que presumía en las calles de tierra de Villa Angela, el asentamiento de Moreno donde vivía.
L.B se dedicaba a las entraderas y a los escruches en los barrios más acaudalados de la zona Oeste. Su banda, conocida por el alias que usaba al rapear, apuntaba a casas de Ituzaingó, Moreno y Parque Leloir. En la mayoría de los casos, reveló una fuente de la investigación, contaban con un dato preciso. “Es curioso que sabían dónde buscarlo, pero no lo hacían”; indicó el informante.
Sin embargo, L.B o “el Oso”, dio su golpe final -al menos por un tiempo- cuando ingresó junto un grupo de personas encapuchadas y con guantes a la casa de Mario Ferrario, el fiscal que llevó a juicio el caso Candela y que continúa en la investigación, cruzada por una turbia actuación policial, narcotráfico y complicidades políticas.
Fuentes del caso indicaron que el joven rapero ingresó al country donde está ubicada la vivienda del agente del ministerio público por un sector del alambrado cuya alarma se había averiado ese mismo día.
Los bandidos se dirigieron, además, a la casa de Ferrario, que estaba vacía y a otra, en la que residía un matrimonio mayor, fácil de reducir. Los amenazaron con armas, robaron dinero, relojes y alhajas y se dieron a la fuga.
Creen, los investigadores, que el grupo de jóvenes pudo desconocer la identidad del dueño de la casa vacía, pero no descartan que la o las personas que los enviaron, lo hagan. Ese fue el principal temor que motivó, ahora sí, a la policía bonaerense a sacarlos de su guarida de Moreno.
Entre los detenidos, se cuenta un hombre mayor de 30 años que sería el verdadero líder de la organización. La hipótesis que manejan los detectives señala a un empleado infiel que vendió la información a la banda para el robo.
Los allanamientos que dejaron a “la banda del Oso” tras las rejas fueron pedidas por el fiscal Marcelo Tavolaro y ejecutadas por la DDI de Morón. La policía incautó armas, celulares y un chaleco antibalas. También un Audi y el vehículo de dos ruedas de L.B que llevaba la estampa del gauchito Gil como signo distintivo.
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